Cuando estaba en el Instituto las formas de comunicarse eran totalmente diferentes a las que hay hoy en día.
No existía el Whatsapp, existían los SMS.
No existían ls redes sociales, existía el MSN messenger.
Creo que la mayor diferencia era la total disponibilidad que implica estar conectado a Internet las 24 horas. Tanto mandar SMS como conectarnos por la tarde al MSN eran actividades secundarias y que no te bloqueaban.
Y sobre todo en clase no había apenas teléfonos móviles, se solían dejar en casa. Por lo que para poder hablar con el compañero de la fila del medio había que tirar de ingenio e intermediarios.
¿Qué crees que hacíamos?
Pues mandarnos mensajitos en papel.
Arrancabas un trozo de papel pequeño de tu libreta.
Escribías ese mensaje super secreto a tu amor o tu mejor amigo.
Y se lo dabas al compañero de al lado, susurrándole el destino de ese papelito.
Este a su vez formaba una cadena de compañero a compañero hasta que le entregaban el mensaje a su destinatario.
¿Qué crees que tiene de malo este método?
Pues que si el profesor te pillaba, te quedabas seguro sin poder entregar mensaje y además corrías el riesgo de que abriera el papelito y lo leyera en voz alta.
Tu mensaje super secreto sería desvelado.
Bien.
Esto cambió cuando en una clase de matemáticas nos explicaron el código de César.
Para que te hagas una idea es tan fácil como mover las letras del alfabeto un número de espacios hacia la derecha. Si elegimos el número 3, la A se convierte en D y así sucesivamente. A ver si descifras esto: “fdvehhs”.
Éramos los reyes de la clase, por mucho que el profesor te pillara el papelito no se enteraba de nada.
Y ahora, si quieres saber de qué va todo esto del cifrado, es aquí: